Me llamaste cuando era noche cerrada ya. Querías que nos viésemos. Yo tenia dudas, muchas, porque no me parecía demasiado bien el traicionar de algún modo al chico con el que estaba saliendo . Pero… sopesé la situación : Demasiado tiempo , no aguantaba más sin verte y decidí ir al lugar donde me recogerías..
Me besaste nada más entrar al coche, mientras me decías cuanto me habías echado de menos desde el tiempo transcurrido desde la ultima vez que estuvimos juntos.
–¿ Donde vamos?-. te pregunté. Tu respuesta fue aminorar la marcha y volverme a besar, mientras me decías que podíamos ir a tu casa de campo o…a otro sitio más cercano…y te dije que mejor el último, alegando que estaba más cerca.. pero lo cierto era que… no podía esperar más tiempo sin besarte.
El recorrido fue breve, llegamos enseguida. Abriste un portón y bajamos una rampa hacia otra puerta… era un local de ensayo. Jamás había visto ninguno y me enseñaste las instalaciones mientras me acariciabas y besabas en cada esquina del recinto. Posters en las paredes, de distintos grupos, camuflando la enorme capa de aislantes que tenían pegadas.
Un aislamiento acústico perfecto para soportar decibelios durante horas y horas de ensayos, tan perfecto que llegué a pensar que sería una mazmorra estupenda, digna para el mas puro bdsm, allí se podría gritar y gemir a placer, porque jamás podrían oírnos. Incluso te lo comenté,
– mira, aquí podríamos poner una cruz… y allí, un columpio, y allí, un potro de tortura, mientras tú me mirabas sonriendo y me decías… –anda, ven aquí …
Junto a la barra de bar que había instalada empezaste a besarme, a acariciarme, despertando a la chica mala que sabes que llevo dentro. Había un sofá justo al lado, algo cutre, pero nos pareció perfecto y allí empezamos a besarnos. Te sentaste en el sofá y yo me acomodé justo enfrente tuyo, en el suelo, en plan geisha y empecé a acariciarte una y otra vez, el pecho, el abdomen, demorándome en tu cintura. Desabroché tu pantalón, dejando al descubierto los bóxers que llevabas y jugando con mi boca dejé al descubierto tu sexo …
—Hola….te acuerdas de mí? – le pregunté…
Su respuesta fue instantánea y firme como una roca. Te pedí que te pusieras en pié y al hacerlo bajé del todo la ropa. Ahora sí, si. Todo aquello era para mí… Caricias de manos y boca que elevaron la excitación, haciéndonos empezar a sudar. Y te miré, me gusta mirarte, tu cara me dice si mis caricias te gustan. Y créeme cielo, tu carita era todo un poema. Dijiste que te excitaban mis pechos y yo, bajé lentamente los tirantes de mi vestido y te los enseñé dentro de mi sujetador
–mmmm…muy..sexy…– me dijiste, pero de qué sirvió , porque tardaste muy poco en soltar el cierre y quitármelo mientras los acariciabas. Ahora me tocaba a mí y tú cogiste mi lugar mientras yo me acomodaba en el tuyo, pero…me querías con menos ropa y yo te dije que apagaras alguna luz por si alguien entraba y nos pillaba. De un plumazo me quitaste el resto de la ropa. Ya estábamos ambos desnudos, y preparados para el combate. Besos, caricias, y el deseo reprimido, de tanto tiempo de espera, para poder quedar, para estar un rato juntos.
Al fin, después de tanto tiempo, te tenía para mi….fué un encuentro muy especial…como siempre lo és contigo. Y lo que pasó después…que fué mucho…me lo guardo para mí.. ¿O acaso te daría morbo saberlo ?
Tus manos en mis pechos, acariciándolos, pellizcando la aureola de cada uno, el pezón, y siguiendo con el revés de la mano el surco que entre ellos había. Después tu boca, tus labios succionando, tu lengua lamiendo, despacio, muy despacio, intentando detener el tiempo, demorándote en las caricias, una tras otra. Mientras la situación elevaba tu sexo, tan solo con tocarme, firme, muy firme. Volví a sentarme enfrente de ti, de rodillas, sumisa, dispuesta a complacerte. Había esperando tanto tiempo, que quería alargarlo al máximo. Mis manos se fueron hacia tu cuerpo, ni te imaginas el placer que me da tocarte, sentir tu piel tan cerca de la mía, tus labios, tan sabios al besarme. Volví a mirarte , sosteniendo tu mirada, mientras mis manos iban directas y juguetonas a tu sexo…mmmmm.
Muy lentamente lo introduje en mi boca, y empecé a deslizarlo hacia dentro, lamiéndolo despacio desde el glande hasta su base.–¿Te gusta? – Uff, me encanta.. – dijiste dejando escapar un gemido. Quería hacer de esos momentos que fueran inolvidables, que días después, recordaras lo que había pasado, que me echaras de menos, que quisieras volver a repetir una y otra vez. Y entre mis caricias y las tuyas fuimos subiendo la temperatura, tanto que empezamos a sudar. Me puse a horcajadas sobre ti, y entre beso y beso, caricia y caricia… entraste en mí. Notar como clavas tu carne en la mía es algo sublime, que me excita de manera especial. Y más especial fue lo que pasó: mi teléfono empezó a sonar ….y … era “El”.
Se lo cogí e intercambiamos unas frases, mientras tú sonreías. Que dulce puede ser la venganza a veces, verdad cielo? Yo hablando con “El”, mientras tu te hincabas en mi cuerpo. Ahora te resarcías de aquella vez, en tu casa, cuando su llamada hizo que no pudiéramos ni siquiera acabar lo empezado porque tuve que irme.
Acabé la conversación rápidamente y me centré en ti, solo quería eso. A ti. En mi posición podía controlar la situación, ir más lenta o más rápida, aunque tú…no querías prisas. Asi que decidí que quería volver a “saborearte” de nuevo y volví a ponerme de rodillas, buscando tu sexo con mi boca, y volviendo a lamerlo, a chuparlo y tú, me hiciste una pregunta: –¿Te gustaría tener dos , para chuparlas a la vez? Interesante pregunta la tuya , y te contesté: –¿Dos para hacer esto? — Mientras simulaba tenerlas delante y chuparlas por tiempos.. – ¿Si, claro, porque no probarlo?, te dije pícaramente. No sé si mi respuesta te excitó pero, me cambiaste el lugar y me tumbaste en el sofá. Era tu turno y me empezaste a besar, los pechos, el vientre, hasta llegar a mi sexo, ahí se unió tu mano a la fiesta y jugueteaste con tu lengua y tus dedos a la vez , entrando, presionando el clítoris al mismo tiempo y provocándome espasmos, induciendome al orgasmo.
Gemidos de placer, ahogando las ganas de gritar fueron mi respuesta. Y es que no puedo evitarlo cielo, sacas a la vez lo dulce y lo perverso que llevo dentro ¿Quieres más? Tu lengua volvió a pasearse por mi boca, mi cuello, mi pechos, se detuvo en mi ombligo, siguió bajando, continuando su camino por mis muslos, besando mis rodillas y colándose entre mis piernas, estremeciéndome, esa bellísima lujuria tuya que me pervierte tanto. Haciendo que yo me retorciera de placer y mis manos retorcieran tu cabello. Te miré, me miraste. Volvió a buscarte mi boca, mis labios atrapando tu sexo, saboreando tu piel, enervada por ese olor que emanas todo tú, a macho, a ganas, ese olor que me hace desearte tanto.
Tan excitada me encontraba que te hice un comentario: – Debo de tener cara de puta en este momento. Tú me miraste algo sorprendido, pero me respondiste con otra pregunta: – Hummmmm… Si?… Te gusta ser mi puta..? Y es que no niego que a veces me guste dejarme llevar por el instinto animal que llevo dentro, y se me tiene que poner cara de viciosa en esos momentos. Siempre he pensado que a un hombre se le puede conquistar más en la cama que en otro sitio… que en tema del sexo, no hay nada prohibido, porque puede que acabe buscando a otra persona que se lo dé, que hay que experimentar, que basta a veces con dejarse llevar… porque puede gustarte…
– Mmmmmmm… hay que ser puta a ratos… en la calle una Sra y en la cama una puta… Volví a mirarte y vi en tus ojos un brillo de aprobación, mientras seguía lamiendo tu sexo… y tú me revolvías el pelo, sujetándome, marcando el ritmo… jadeos, gemidos… seguíamos sudando, no podríamos aguantar mucho más, seguro. Me tumbaste y te colaste entre mis piernas, metiéndote despacio, muy suave, centímetro a centímetro, saboreando cada segundo y deteniéndote cuando tocaste fondo para volver a mirarme.
Empezaste a moverte al ritmo de mis caderas y sorprendiéndome acelerando, perforándome, deteniéndote y volviendo a acelerar dominando mi cuerpo. Mientras yo luchaba por no sujetarte y marcar mis uñas en tu espalda, en tu pecho. Adoro tu cuerpo caliente atravesándome, tu sudor cayendo sobre mí, mientras mi cuerpo aguanta tu avidez, tus embates, tus putas ganas… Mi placer crece elevándose desde mi sexo hasta la columna… Me encanta el sexo contigo, no lo puedo remediar…